Este cuento tradicional de Hanfeizi nos muestra la forma elegante que tienen los chinos de ilustrar el principio aristotélico de no contradicción:
Un habitante del estado de Chu tenía una lanza y un escudo a la venta. Alababa mucho a su escudo.
“Mi escudo es tan fuerte que nada puede atravesarlo.”
También pregonaba las virtudes de su lanza.
“Mi lanza es tan fuerte que puede atravesar cualquier cosa.”
“¿Qué ocurriría”, le preguntaron, “si su lanza se usa para atravesar su escudo?”
El comerciante no pudo dar una respuesta.
Es imposible que un escudo impenetrable coexista con una lanza que puede atravesar cualquier cosa.
miércoles, septiembre 20, 2006
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1 comentario:
Compre ambos y véalo usted mismo, diría el chino.
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