lunes, febrero 11, 2008

Ballard Close Up

J.G. Ballard escribió su autobiografía. En ella cuenta, entre otras cosas, que mientras se entrenaba como piloto de la RAF en una base de Canadá rodeada de planicies nevadas y pistas congeladas, comenzó a descubrir que además de querer ser escritor, iba a entrar a la literatura a través de la ciencia ficción.

“Aquí había una forma de ficción que era sobre el presente, y con frecuencia tan ambigua y elíptica como Kafka. Reconocía un mundo dominado por la publicidad y el consumo, de un gobierno democrático que mutaba en uno de relaciones públicas. Este era un mundo de autos, oficinas, autopistas, aerolíneas y supermercados donde en realidad vivíamos, pero que estaba completamente ausente de casi toda la ficción seria. Ningún personaje de las novelas de Virginia Woolf le cargaba nafta al auto. Nadie en las novelas de Sartre o Thomas Mann pagaba por un corte de pelo. Nadie en las novelas de posguerra de Hemingway se preocupaba por los efectos de una exposición prolongada a la amenaza de la guerra nuclear.”

Si bien comparto lo que dice Ballard sobre los temas que trata la ciencia ficción, hay que reconocer que a la mayoría de los autores que la han perpetrado a lo largo del siglo pasado les faltó bastante como para escribir como una Woolf, un Hemingway o tener la lucidez de Kafka. Pero los pocos que se salvan, bien valen la pena.

Estoy seguro de que el recientemente desaparecido Satnislaw Lem hubiera opinado sobre Ballard lo mismo que dijo una vez sobre P.K. Dick comparándolo con otros autores de SF, que era un visionario entre los charlatanes.

La comparación utilizando “…like some…” + deranged, derelict, dilapidated o algún otro adjetivo que remita a la degradación y al abandono debería ser fijada en la literatura como ballardiana, así como hablamos de Kafka cada vez que pensamos en la eterna postergación.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Around me was a silent terrain of abandoned paddy fields and burial mounds, derelict canals and ghost villages.

Martín Zariello dijo...

Ayer me leí la nota en Página y me compré Milenio Negro. Ballard es grandísimo, uno de los mejores escritores del mundo, por lejos. Visionario, profético, capo. Saludos.

Anónimo dijo...

En el patio del hotel abandonado, frente a una costa hace mucho reclamada por el mar, il Corvino se asomó a la gigantesca pileta de natación. Gran parte de su piso una vez celeste había sido remplazado por plantas ferales. En el fondo, en un poco de agua barrosa donde chapoteaban los sapos, flotaban las páginas de un libreto de televisión, como un heraldo de los días dorados de la ciudad, hoy perdidos.

Salemo dijo...

Las últimas noticias que he tenido de Ballard,es que reniega un poco de sus orígenes literarios.Así le va:lo he visto en un tugurio por Warnes,vendiendo autopartes de dudosa procedencia y pastillas de cloro para piletas de natación.
Saludos.

Fix Perez Bracamonte dijo...

Seguramente ese no era Ballard. Todas las piletas con las que se encuentra están vacías.
Aunque lo de las autopartes me suena más como él. Digo...¿las conseguirá de los autos chocados?

Salemo dijo...

Mi vista ya no es lo que era.A lo mejor no era él,pero,cuentan en el barrio que pasa horas y horas mirando una estación de servicio que debido a la falta de combustible,luce algo abandonada.

Anónimo dijo...

Salemo detuvo su auto en la estación de servicio abandonada. Los surtidores yacían cubiertos de polvo y defecados por las aves que alguna vez habían anidado sobre ellos. Con las mangueras tiradas en el piso parecían los restos de alguna criatura fantástica que hubiera quedado varada en el medio de la desolación. Debajo de una canilla que goteaba había un poco de pasto verde, lo único fresco y despierto en ese campo devastado por el sol.

Salemo dijo...

Salemo bajó del auto y trató de acercarse para ver de más cerca que estaban haciendo aquellos dos hombres en tan surrealista escenario.Creyó reconocer en uno de ellos al vendedor de pastillas de cloro,pero no estaba seguro.El otro era un extraño para él.Tan extraño como la actividad que estaban desarrollando.Uno de ellos separaba botellas plásticas de agua mineral de un gran montículo y armaba otros en un orden en apariencia aleatorio.El otro,el desconocido,las contaba,pero en orden descendente;luego cargaba la información en una notebook y la enviaba quien sabe adonde,y,lo que más atemorizaba a Salemo ¿Con qué intenciones?.